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jueves, 27 de noviembre de 2008

«El club es como una secta, el que entra no lo deja»

AITOR URBITARTE, ENTRENADOR DEL PRIMERA TERRITORIAL DEL ZARAUTZ

Zarautz se puede vanagloriar de ser la entidad con la cantera más rica de la provincia. Su primer equipo ha plata.

Es uno de tantos que todavía no ha encontrado el antídoto contra el veneno del balonmano. Se mantuvo alejado durante dos años, para posteriormente volver a recaer. Esta temporada se cumplen diez años desde que el Amenabar Zarautz tocara techo con el ascenso a la División de Honor B, con Aitor Urbitarte en las labores de jugador y entrenador.
- ¿Qué le aporta el balonmano a Aitor Urbitarte?
- Es una válvula de escape. Me hace mucha ilusión, es algo que me encanta. Lo vivo mucho. Además, me casé con una jugadora y mis hijas se están criando prácticamente en el polideportivo.
- ¿Y viceversa?
- Ahora es preciso cubrir la falta de entrenadores. En estos momentos tengo a mi cargo al de Territorial. Volví al club después dejarlo durante dos años al tener a mi segunda hija. Y es que el gusanillo me seguía picando.
- Forma parte del club que mejor trabaja la base en virtud del presidente de la Guipuzcoana, Iztueta.
- Es de agradecer esas palabras, pero también hay que reconocer que se ha ganado por méritos propios. El club parece más bien una ONG o una secta, ya que acogemos a todos los que vienen y una vez dentro luego apenas nadie lo deja, gracias al ambiente que se crea. Es muy normal que se formen parejas. De aquí ha salido más de un matrimonio, ya que se pasan muchas horas.
- ¿En qué consiste su labor?
- Hay mucho trabajo por hacer. En una etapa anterior pasé por la directiva y llegué a compaginar la labor de entrenador y jugador. Fue cuando logramos hace diez años el ascenso a la División de Honor B. Ahora contamos con 23 equipos e Inma Sáenz de Santamaría tiene demasiado trabajo al estar sola al frente. Ahora me dedico a formar jugadores para el primer equipo. Este año ya hay tres fichajes que entrenan con el de Primera. Esto te llena de orgullo.
- ¿Echa de menos la etapa como jugador?
- Sí, sí, bastante. Cuando nos falta algún jugador en los entrenamientos juego con ellos. También mato el gusanillo con el torneo de veteranos de mayo de Deusto.
- ¿Le tienta entrenar al de Primera?
- Así es, pero en este club siempre tenemos mucho respeto porque se acaben los ciclos. El día que quede vacante ya se verá. Es una categoría muy bonita, ya que no hay muchos viajes largos y el polideportivo se suele llenar.
- ¿Considera posible volver a la categoría de plata?
- Lo veo un poco difícil. Ahora hay dos equipos muy fuertes que han apostado por el ascenso, el Torrelavega y el Senda Viva. Pero este no es nuestro objetivo. Este año teníamos opciones de jugar al ofrecernos la plaza que ha quedado vacante, pero la rechazamos después de hacer una votación. A mi personalmente, me gustaría vivirlo ahora como aficionado.
- ¿En qué situación se encuentra en estos momentos el club?
- La situación económica ni es buena ni es mala. Hace dos años el Amenabar hizo un amago de dejarnos, pero siguió, y continuamos con el apoyo de la escuela de Karlos Argiñano. Lo que nos falta es gente que colabore. Cada vez vamos a más y desde abajo vienen pegando fuerte.
- ¿Y cómo ve en general el balonmano guipuzcoano?
- Muy mal. No sé cómo va a salir el Arrate del atolladero. Esto influye en los jugadores. Veo muy difícil que pueda terminar con el déficit. El Bidasoa, por su parte, parece que está cubriendo poco a poco. Deportivamente, pienso que ha ganado todo lo que tenía que ganar, pero no creo que pueda subir, ni incluso que entre a jugar el play off por el ascenso. Ojalá me equivoque. El Akaba ha logrado dar la vuelta a su situación económica y nuestro equipo femenino de Primera ha empezado muy bien la Liga.
- ¿Cuentan con las mínimas condiciones de trabajo?
- Lo que peor llevamos es la falta de pistas cubiertas. Sé que se está trabajando por tratar de solucionar este tema.
- ¿Se puede decir que su cantera goza de muy buena salud?
- Así es, nunca hemos tenido tantos chavales como ahora. Contamos con seis equipos infantiles y cinco cadetes, chavales de entre 11 y 15 años. En Gipuzkoa no hay equipo que nos supere. Esto supone un problema de cara al futuro, porque la gente no acostumbra a dejar el club.
- ¿Le gustaría destacar la labor de algún compañero?
- Creo que es de justicia reconocer la labor de la gente en vida para que no ocurra lo que le ha pasado a Benito Mujika. En este sentido, me gustaría reconocer el trabajo que durante los últimos veinte años está haciendo Josu Balenziaga, no sólo como entrenador, sino también por prestar su título, lo que le obliga a viajar. Es un hombre que no deja de colaborar